jueves, 25 de junio de 2009

ELLA


Ella anuda hilos entre los hombres
y lleva de aquí para allá la mariposa profunda
-ala del paisaje y del alma de un país, con su polen...

Ella hace sensible el clima de los días, con su color y su
perfume...
a su pesar, muchas veces, como bajo un destino.
Testimonio involuntario, ella,
de un cierto estado de espíritu, de un cierto estado de las cosas,
en que la circunstancia da su hálito. ..

Pero se dirige siempre a un testigo invisible,
jugando naturalmente con la tierra y el ángel,
el infinito a su lado y el presente en el confín...

Mas es el don absoluto, y la ternura,
ella que es también el término supremo y la última esencia
con las melodías de los sentidos y los símbolos y las visiones y
los latidos
para el encuentro en los abismos...

Mas tiene cargo de almas, y es la comunicación,
el traspaso del ser, "como se da una flor", en el nivel de los
niños,
más allá de sí misma, en el olvido puro de ella misma...

Y no busca nunca, no, ella...
espera, espera toda desnuda, con la lámpara en la mano,
en el centro mismo de la noche...


Juanele Ortíz

[El ángel inclinado, 1937]

domingo, 21 de junio de 2009

Dos poemitas del genial Fabián Casas

Me pregunto

Definitivamente este es mi rostro de hoy.
Ojeras marcadas, pelo desparejo;
los labios hinchados. Nada más.
Me pregunto, porque puedo hacerlo,
cómo será tu rostro de hoy;
mientras tu corazón late al revés,
hace ya cuatro años bajo la tierra.

...

Sin llaves y a oscuras

Era uno de esos días en que todo sale bien.
Había limpiado la casa y escrito
dos o tres poemas que me gustaban.
No pedía más.

Entonces salí al pasillo para tirar la basura
y detrás de mí, por una correntada,
la puerta se cerró.
Quedé sin llaves y a oscuras
sintiendo las voces de mis vecinos
a través de sus puertas.
Es transitorio, me dije;
pero así también podría ser la muerte:
un pasillo oscuro,
una puerta cerrada con la llave adentro
la basura en la mano.


Fabián Casas

martes, 16 de junio de 2009

21 (Oliverio Girondo)



Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña; que sólo puedas alimentarte de barajas usadas y que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte ante los tachos de basura y que todos los habitantes de la ciudad te confundan con un meadero.
Que cuando quieras decir: “Mi amor”, digas: “Pescado frito”; que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones; que al acostarse junto a ti, se metamorfosee en sanguijuela, y que después de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos, al mirarte, se suiciden de repugnancia; que tu único entretenimiento consista en instalarte en la sala de espera de los dentistas, disfrazado de cocodrilo, y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni un solo instante, de lamerle la cerradura.


Oliverio Girondo
[Espantapájaros, 1932]

miércoles, 10 de junio de 2009

Poema con clase ( Alejandra Pizarnik)



(Dibujo de Alejandra)

La enamorada
Esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues.
Hoy te miraste en el espejo
y te fue triste estabas sola
la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió
enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado
oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú
te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!

(Alejandra Pizarnik, La última inocencia, 1956)

viernes, 5 de junio de 2009

Matías Coperchio por dos


La mano de un amigo de la casa

miércoles, 3 de junio de 2009

En el nombre del poema (Jose Luis Larroca)

Presentamos aquí, lo que es sólo un segmento de su inabordable obra, que seguirá - suponemos- hasta impregnarnos al unísono de luz, al inefable orfebre de la palabra,

al paciente buda-zen que tiene la capacidad de sacar de la abstracción de la belleza correlatadas amapolas compactas...
También es orfebre del buen gusto, pues no hay nada más conmovedor y hermoso que estar junto la belleza misteriosa de todo su Ser.


En el nombre del poema

Se erizan las estrellas en la piel de la noche,
las lágrimas al sol y el frío a la sonrisa,
tibia,
liviana,
los pies del silencio me caminan las manos,
fugaces,
cercanas;
el tiempo reposado en su tiempo, la lluvia mojada en su lluvia.

La casa, como un detalle indiferente del mar y el universo,
se suspende en la tormenta de los días.
Un revés de calor en la mejilla, una incertidumbre marcada en la
frente,
una emboscada al corazón
(Ella de belleza, ella)
rodeándonos la vida.

Ni siquiera antes que yo supiera lo que sé tan cierto.
La aves por la tarde,
a la hora del té y los pensamientos
(un suspiro azul, su avellana en la mirada).
Emigran estaciones, sin anden ni trenes muertos,
pañuelos de colores avivando el horizonte, avanzan anhelantes. Un ápice de luz es en la luz un grano de sal,
(en la sal),
quizá una inmensa verdad en la letra y la palabra,
un pellizco de arena en la herida del mar,
un pequeño nacimiento en la muerte diaria de la muerte
¿Dónde está viviendo la vida?

Ni siquiera antes de que yo supiera lo que sé tan cierto.
(Ella de belleza, ella).
Llovizna de mayo tu risa de abril,
quietud de las nubes,
duda del viento.

Una caravana de botellas,
lo sé.
una pregunta en la pregunta,
lo sé.
La prepotencia de aquel libro necesario,
lo sé.
En el nombre del poema y el nombre de los nombres de los
hombres,examino humanidades, excusas y respuestas.
Los exordios de un amor,
la palabra callada de sus labios.
El velo de la tarde y la misteriosa hora señalada se revelan,
ni siquiera antes de que yo supiera lo que sé tan cierto.

Bajo un pino puede la belleza ser tan sólo belleza bajo un pino,
sobre un puente cruza un río,
ejecuta amaneceres
sirve su centella sin rezones de tormenta,
desnuda la pradera,
así,
sin jactancia alguna la belleza.
Ni siquiera antes de que yo supiera lo que sé tan cierto.

En el nombre del poema todas mis palabras dan la vida.
Todos los minutos, incendian su frondoso follaje de ansiedad,
sus horas de madera,
su bosque en la foema de reloj.
¿Qué inquiere la muerte?
la vida, la sentencia justa del destino.
Ni siquiera antes de que yo supiera lo que sé tan cierto.

Aquel febrero,
aquel calor insistente que aún hoy nos acude.
Las veredas, mis zapatos, la memoria, los rituales mínimos de la
doméstica fe que nos recibe,
sin cruz y a todo cielo.

En el nombre del poema.
Ni siquera antes de que yo supiera lo que sé tan cierto



  © Revista gRaFo [2009] powered by Ourblogtemplates.com

Back to TOP