Presentamos aquí, lo que es sólo un segmento de su inabordable obra, que seguirá - suponemos- hasta impregnarnos al unísono de luz, al inefable orfebre de la palabra,
al paciente buda-zen que tiene la capacidad de sacar de la abstracción de la belleza correlatadas amapolas compactas...
También es orfebre del buen gusto, pues no hay nada más conmovedor y hermoso que estar junto la belleza misteriosa de todo su Ser.
En el nombre del poema
Se erizan las estrellas en la piel de la noche,
las lágrimas al sol y el frío a la sonrisa,
tibia,
liviana,
los pies del silencio me caminan las manos,
fugaces,
cercanas;
el tiempo reposado en su tiempo, la lluvia mojada en su lluvia.
La casa, como un detalle indiferente del mar y el universo,
se suspende en la tormenta de los días.
Un revés de calor en la mejilla, una incertidumbre marcada en la
frente,
una emboscada al corazón
(Ella de belleza, ella)
rodeándonos la vida.
Ni siquiera antes que yo supiera lo que sé tan cierto.
La aves por la tarde,
a la hora del té y los pensamientos
(un suspiro azul, su avellana en la mirada).
Emigran estaciones, sin anden ni trenes muertos,
pañuelos de colores avivando el horizonte, avanzan anhelantes. Un ápice de luz es en la luz un grano de sal,
(en la sal),
quizá una inmensa verdad en la letra y la palabra,
un pellizco de arena en la herida del mar,
un pequeño nacimiento en la muerte diaria de la muerte
¿Dónde está viviendo la vida?
Ni siquiera antes de que yo supiera lo que sé tan cierto.
(Ella de belleza, ella).
Llovizna de mayo tu risa de abril,
quietud de las nubes,
duda del viento.
Una caravana de botellas,
lo sé.
una pregunta en la pregunta,
lo sé.
La prepotencia de aquel libro necesario,
lo sé.
En el nombre del poema y el nombre de los nombres de los
hombres,examino humanidades, excusas y respuestas.
Los exordios de un amor,
la palabra callada de sus labios.
El velo de la tarde y la misteriosa hora señalada se revelan,
ni siquiera antes de que yo supiera lo que sé tan cierto.
Bajo un pino puede la belleza ser tan sólo belleza bajo un pino,
sobre un puente cruza un río,
ejecuta amaneceres
sirve su centella sin rezones de tormenta,
desnuda la pradera,
así,
sin jactancia alguna la belleza.
Ni siquiera antes de que yo supiera lo que sé tan cierto.
En el nombre del poema todas mis palabras dan la vida.
Todos los minutos, incendian su frondoso follaje de ansiedad,
sus horas de madera,
su bosque en la foema de reloj.
¿Qué inquiere la muerte?
la vida, la sentencia justa del destino.
Ni siquiera antes de que yo supiera lo que sé tan cierto.
Aquel febrero,
aquel calor insistente que aún hoy nos acude.
Las veredas, mis zapatos, la memoria, los rituales mínimos de la
doméstica fe que nos recibe,
sin cruz y a todo cielo.
En el nombre del poema.
Ni siquera antes de que yo supiera lo que sé tan cierto