jueves, 24 de marzo de 2011

Una de José Pablo

Una simpática nota de JP Feinmann que tomamos prestada del blog de la librería porteña Eterna Cadencia; de la que nunca nos afanamos un libro, pero sí algún dato de su portal.





Durante la mañana del 24 conseguí sortear todos los escollos que se me presentaron en el Batallón 601 y llegar hasta el general Videla.



-Perdone, general.



-¿Quién es usted?



-Un humilde ciudadano argentino. O no, humilde no. Un prestigioso intelectual.



-Un subversivo.



-¿Ve? Es usted un soldado lleno de prejuicios. Cree que todos los intelectuales son subversivos.



-Casi todos. No confío en esa gente. Llevan a Marx tatuado en el corazón.



-¿Usted está por dar un golpe de estado?



-¿No leyó La Razón de ayer? Ya está todo decidido.



-No leo La Razón. Y hasta sospecho que alguna vez dejaré de leer Clarín. Y no sólo Clarín, también La Nación. Y Cabildo.



-No haga eso, jovencito. Créale a este soldado. El que en este país deja de leer La Nación extravía sus pasos. Y si encima deja de leer Cabildo no tiene retorno.



-¿De qué?



-Del marxismo apátrida.



-Usted tiene una obsesión patológica con el marxismo.



-¿Cómo se atreve?



-Tiene razón, general. Ya no me atreveré. Sólo a una cosa.



-Dígala y váyase. Mientras pueda hacerlo. Por ahora, puede.



-Quiero pedirle un gran favor.



-Diga.



-No dé el golpe.



-Explíquese.



-Vea, ustedes van a hacer tantas trastadas. Tantas, general. Que a finales del ‘83 habrá elecciones y las ganará un buen tipo. Pero ése no es el problema.



-¿Cuál es?



-A partir de la restauración de la democracia, todos los 24 de marzo me van a pedir que diga o escriba algo sobre lo que usted se apresta a hacer hoy.



-¡Por mi espada, eso es terrible!



-Veo que lo comprende. Imagínese. Supongamos que estamos en 2011. Que es 24 de marzo. ¿Cuántas veces me han pedido eso?



-Las matemáticas no son mi fuerte. Y Adrián Paenza se niega a darme clases. Se fue del país por ese estúpido motivo.



-¡Treinta y cinco veces me lo han pedido! ¿Se da cuenta? Ya no sé más qué decir. Y es un tema que no me gusta. Sé que tengo una obligación moral. ¿Entiende?



-No; de moral, poco. Siempre que se enfrenten dos enemigos ganará el que mejor la deje de lado. Cualquier consideración de humanidad os hará más débiles. He leído a Clausewitz, joven.



-Como Perón.



-Si se propone hablar mal de Perón, conténgase. Delegó el poder en
Isabelita y López Rega. Dos sinceros y voluntariosos amigos. Empezaron con buenas intenciones pero desprolijamente algo que nosotros terminaremos mejor. Compréndanos, tuvimos que hablar mal de ellos y hasta a la señora hoy la meteremos en un helicóptero y la tendremos presa un tiempo. Pero sabemos cuando alguien está de nuestro lado. Como el doctor Grondona, por ejemplo. Ejemplo de coraje militar.



-¿Grondona es militar?



-General de Caballería, logramos infiltrarlo entre la civilidad. ¡Las cosas que ha hecho ese hombre por la patria! Ese artículo en su revista Carta Política, ¿lo recuerda?



-¿Meditación del elegido?



-Tal cual. ¿Se imagina la valentía que hay que tener para elogiar a López Rega en medio de las acciones de la Triple A? ¿Para llamarlo el elegido? ¿Para decir que es de la estirpe de los Lacabanne y los Ottalano?



-Jamás podría ser tan valiente, general.



-Al otro nos lo mandó la Mossad.



-¿A Neustadt? ¿La Mossad?



-Sí, ¿no se dio cuenta? Bernardo y Mariano son iguales en todo. En todo piensan lo mismo. Pero Bernardo y Mariano no son lo mismo. Bernardo es la versión iddish de Grondona. Por eso lo prefiero a Grondona.



-No soy antisemita, general.



-Nadie es perfecto.



-Insisto: por favor, deponga su actitud.



-Es inútil. El golpe es hoy. Va a tener que seguir escribiendo durante el resto de su vida sobre esta fecha, jovencito.



Es lo que acabo de hacer.



De un modo más irreverente esta vez. O quizá no. Quizá sólo de otro modo. Uno no puede escribir sobre lo mismo siempre lo mismo.

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